Montserrat soñolienta
La Bruma no se ha levantado. La Montserrat aun está soñolienta. En una fina bata de roció azul, no se deja ver: ni el color de su roca, tampoco su relieve. Solo se puede distinguir sus contornos.
De repente aparece un hilo de humo blanco justo a la vertical de sus paredes más altas: se orienta en una curva elegante, buscando un punto en un horizonte alejado. Pues un segundo hilo llega a su izquierda, justo por debajo del sol…
Los dos trazan líneas geométricas por encima de las cimas dentadas, como si una mano invisible estuviera trazando las sobre una pizarra.
Montserrat vista desde el pueblo de Castelgalli, Barcelona-Cataluña
De repente aparece un hilo de humo blanco justo a la vertical de sus paredes más altas: se orienta en una curva elegante, buscando un punto en un horizonte alejado. Pues un segundo hilo llega a su izquierda, justo por debajo del sol…
Los dos trazan líneas geométricas por encima de las cimas dentadas, como si una mano invisible estuviera trazando las sobre una pizarra.
Montserrat vista desde el pueblo de Castelgalli, Barcelona-Cataluña
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